El Plan de Estudios de Ingeniería Civil Industrial de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, contempla actividades que acercan tempranamente al estudiante al campo laboral.
Con este objetivo en mente, se llevan adelante tres prácticas de diferentes niveles y, posteriormente, un proyecto de ingeniería aplicado que se ejecuta de manera más autónoma dentro del seno de una organización empresarial.
Para llevar adelante esto último, los y las estudiantes deberán trabajar en equipo con otros/as compañeros/as para abordar un problema de una organización y diseñar una solución factible. Contarán en cada fase del trabajo con la guía de académicos que también se encargarán de evaluar su desempeño.
Proyecto Avanza Inclusión
María Francisca Elgueta, Paulina Yaupi y María Cecilia Ríos Poblete desarrollaron el proyecto denominado “Contribución al mejoramiento de procesos de Avanza Inclusión” durante el segundo semestre del 2021.
María Cecilia cuenta que el trabajo que ejecutaron se enfocó fundamentalmente en mejorar la toma de decisiones, a través del ordenamiento del rol ejecutivo.
“Tenían desorden y se confundían los cargos. No estaba claro a qué rol le correspondía cada cosa. Entonces, fuimos haciendo entrevistas para identificar los problemas, y de allí hicimos diagramas de procesos, modelos conceptuales con cada cargo y sus tareas asociadas”.
Para ello, se ocuparon de generar reuniones iniciales para identificar las tareas de cada involucrado y luego para corroborar que los planteamientos respondieran efectivamente a la realidad de la empresa.
Concretamente, entregaron documentos y videos con las conclusiones y detalles de su análisis. “Complementamos los diagramas con una arquitectura de procesos que mostraba las áreas, sus procesos genéricos y las relaciones entre ellos. Detallamos explícitamente cómo los procesos interactuaban entre sí”, explicó María Cecilia.
Puesta en marcha
Gracias a una búsqueda interna y a la recomendación de estudiantes de años anteriores, este grupo de jóvenes dio con Avanza Inclusión, una organización que dirige sus labores en función de la inclusión laboral y social de personas con riesgo de exclusión. Para ello, dan capacitación a personas y empresas, en base a la Ley 21.015.
Paulina relata que, aunque los miembros de la empresa tuvieron una excelente disposición para entregar información relevante y participar de reuniones, enfrentaron retos entrando a la “parte pesada” del proyecto.
“Cuando llegamos al modelado, fue complicado coordinar a las distintas áreas. Pero más allá de eso, lo más difícil de todo fue aplicar el proyecto y generar la sinergia final”.
Experiencia y acompañamiento
Para Paulina, María Francisca y María Cecilia, esta experiencia constituyó una validación de sus capacidades y una oportunidad para probarse a sí mismas. “Fue la síntesis de todo lo que habíamos estudiado durante los 6 años. Uno refuerza lo aprendido y confirma que está bien formado”, reflexiona Paulina.
La posibilidad de liderar el proyecto brinda un escenario nuevo, en opinión de María Cecilia. “Es diferente involucrarse con una organización que sólo estudiar la teoría. El aprendizaje es muy distinto al de las prácticas porque hay más autonomía, capacidad de generar ideas y plasmar lo aprendido”.
Y eso se logra con el acompañamiento de la universidad, pero con independencia de gestión. En ese sentido, las jóvenes agradecen la disposición de los académicos de la Escuela, quienes realizaron “aportes precisos y con una comunicación muy asertiva”.
Aprendizaje
Las estudiantes reflexionan sobre la importancia que supuso el trabajo en equipo para el éxito de su proyecto. Cuentan que, además de darse apoyo efectivo y constante, se ocuparon de mantener el orden de las tareas y de su distribución, a través de actas que reflejaban con claridad todo lo que hacían, fecha, hora, resultados y más.